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La mente foránea

by Fran on Nov.22, 2009, under

A continuación voy a citar varios fragmentos de "El Lado Activo de el Infinito" de Carlos Castañeda
(sí, es Castañeda)
Luego podeis comentar vuestras tonterias y desacuerdos.
Ejemplos:
-" Eso son fantasías".-"Yo no me lo creo".- "Don Juan masca peyote". Etc. (cmrmlnabxdbjodlclo)

-Los guerreros-viajeros no se quejan -prosiguió don Juan-. Toman todo lo que les da el infinito como desafío.
Un desafío es eso, un desafío. No es personal. No puede interpretarse como maldición o bendición. Un
guerrero-viajero o gana el desafío o el desafío acaba con él. Es mucho más excitante ganar, así es que ¡gana!


-Los que te rodean no tienen la culpa -me dijo-. No tienen otra salida. La culpa es tuya, porque puedes contenerte, pero insistes en juzgarlos, desde un profundo nivel de silencio. Cualquier idiota puede juzgar. Si los juzgas, sólo puedes recibir lo peor de ellos. Todos nosotros como seres humanos estamos presos y es esa prisión la que nos hace comportarnos de tan mísera manera. Tu desafío es de aceptar a la gente como es. ¡Déjalos en paz!


-¿Qué es, don Juan? -pregunté-. Veo sombras fugaces negras por todos lados. [...]
Los chamanes del México antiguo fueron los primeros que vieron esas sombras fugaces Y, sí, descubrieron algo trascendental.
-¿Qué descubrieron, don Juan? -pregunté.
-Descubrieron que tenemos un compañero de por vida -dijo de la manera más clara que pudo-. Tenemos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si queremos
protestar, suprime nuestras protestas. Si queremos actuar independientemente, nos ordena que no lo hagamos.


-Me anduve con rodeos todo este tiempo, insinuándote que algo nos tiene prisioneros.
¡Desde luego que algo nos tiene prisioneros! Esto era un hecho energético para los chamanes del México antiguo.
-¿Pero, por qué este predador ha tomado posesión de la manera que usted describe, don Juan? -pregunté-. Debe haber una explicación lógica.
-Hay una explicación -replicó don Juan-, y es la explicación más simple del mundo. Tomaron posesión porque para ellos somos comida, y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como nosotros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en humaneros. Por lo tanto, siempre tienen comida a
su alcance.


-Quiero apelar a tu mente analítica -dijo don Juan-. Piensa por un momento, y dime cómo explicarías la contradicción entre la inteligencia del hombre-ingeniero y la estupidez de sus sistemas de creencias, o la estupidez de su comportamiento contradictorio. Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestro
sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y el mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas, nuestros sueños de triunfo y fracaso. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaniáticos.

»Aunque nunca has sufrido hambre -continuó-, sé que tienes unas ansias continuas de comer, lo cual no es sino las ansias del predador que teme que en cualquier momento su maniobra será descubierta y la comida le será negada. A través de la mente, que después de todo es su mente, los predadores inyectan en las vidas de
los seres humanos lo que sea conveniente para ellos. Y se garantizan a ellos mismos, de esta manera, un grado de seguridad que actúa como amortiguador de su miedo.

Aprovechándose del único punto de conciencia que nos queda, los predadores crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada y predatorial. Nos otorgan problemas banales que fuerzan a esas llamaradas
de conciencia a crecer, y de esa manera nos mantienen vivos para alimentarse con la llamarada energética de nuestras seudo-preocupaciones.

-¿Pero por qué, si los chamanes del México antiguo, y todos los chamanes de la actualidad, ven los predadores
no hacen nada al respecto?
-No hay nada que tú y yo podamos hacer -dijo don Juan con voz grave y triste-. Todo lo que podemos hacer es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. ¿Cómo puedes pedirles a tus semejantes que atraviesen los mismos rigores de la disciplina? Se reirán y se burlarán de ti, y los más agresivos te darán una patada en el culo. Y no tanto porque no te crean. En lo más profundo de cada ser humano, hay un saber
ancestral, visceral acerca de la existencia del predador.

Lo que don Juan estaba afirmando era absurdo e increíble. Al mismo tiempo, era algo
de lo más razonable, tan simple. Explicaba cada contradicción humana que se me pudiera ocurrir.

-Los chamanes del México antiguo -dijo- vieron al predador. Lo llamaron el volador porque brinca en el aire.
Razonaron que el hombre debía haber sido un ser completo en algún momento, con estupendas revelaciones, proezas de conciencia que hoy en día son leyendas
mitológicas. Y luego todo parece desvanecerse y nos quedamos con un hombre sumiso.


Sigue un sistema metódico para volvernos inútiles. El hombre, el ser mágico que es nuestro destino alcanzar, ya no es mágico. Es un pedazo de carne. No hay más sueños para el hombre sino los sueños de un animal que está siendo criado para volverse un pedazo de carne: trillado, convencional, imbécil.

-Creo que de niños sí los vemos, y decidimos que son tan terroríficos que no
queremos pensar en ellos. Los niños podrían, por supuesto, decidir enfocarse en esa visión, pero todo el mundo a su alrededor lo disuade de hacerlo.
»La única alternativa que le queda a la humanidad -continuó- es la disciplina. La disciplina es el único repelente. Pero con disciplina no me refiero a arduas rutinas. Los chamanes entienden por disciplina la capacidad de enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas. Para ellos, la disciplina es un arte: el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque sean fuertes y duros, sino porque están llenos de asombro.
-¿De qué manera sería la disciplina de un brujo un repelente? -pregunté.
-Los chamanes dicen que la disciplina hace que la capa brillante de conciencia se vuelva desabrida al volador. El resultado es que los predadores se desconciertan. Una capa brillante de conciencia que sea incomible no es parte de su
cognición, supongo. Una vez desconcertados, no les queda otra opción que descontinuar su nefasta tarea.
»Si los predadores no nos comen nuestra capa brillante de conciencia durante un tiempo -continuó-, ésta seguirá creciendo. Simplificando este asunto en extremo, te puedo decir que los chamanes, por medio de su disciplina, empujan a los predadores lo suficientemente lejos para permitir que su capa brillante de conciencia
crezca más allá del nivel de los dedos de los pies. Una vez que pasa este nivel, crece hasta su tamaño natural.
Los chamanes del México antiguo decían que la capa brillante de conciencia es como un árbol. Si no se lo
poda, crece hasta su tamaño y volumen naturales. A medida que la conciencia alcanza niveles más altos que los dedos de los pies, tremendas maniobras de percepción se vuelven cosa corriente.

La instalación foránea vuelve, te aseguro, pero no con la misma fuerza, y comienza un proceso en que la huida de la mente del volador se vuelve rutina, hasta que un día desaparece de forma permanente. ¡Un día de lo más triste! Ése es el día en que tienes que contar con tus propios recursos, que son prácticamente nulos.
No hay nadie que te diga qué hacer. No hay una mente de origen foráneo que te dicte las imbecilidades a las que estás habituado.

-¿Qué-qué-qué significa usted -me escuché decir-, con eso de agotar la mente del volador?
-La disciplina definitivamente agota la mente foránea -contestó don Juan-. Entonces, a través de su disciplina, los chamanes se deshacen de la instalación foránea.

-La mente del volador huye para siempre cuando un chamán logra asirse a la fuerza vibradora que nos mantiene unidos como conglomerado de fibras energéticas. Si un chamán mantiene esa presión durante suficiente tiempo, la mente del volador huye derrotada.


-Estás desgarrado por una lucha interna -dijo don Juan-. Muy en lo profundo, sabes que eres incapaz de rechazar el acuerdo de que una parte indispensable de ti, tu capa brillante de conciencia, servirá de alimento incomprensible a unas entidades, naturalmente, también incomprensibles. Y otra parte de ti se opondrá a esta
situación con toda su fuerza.
»La revolución de los chamanes -continuó-, es que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no han participado.
Nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia.


Añado un interesante vídeo

Entrevista con la investigadora de la conciencia, Paloma Cabadas from Rafael Palacios on Vimeo.


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